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MÉXICO, D.F., 03OCTUBRE2015.- José Espinoza Zamora aprendió el oficio de afilador de uno de sus cuñados y se gana la vida de sacar filo a cuchillos o tijeras desde hace treinta años. Vive en Toluca y diariamente recorre las calles de las colonias Obrera, Roma, Condesa y San Miguel Chapultepec mientras sopla en su flauta de Pan para anunciar sus servicios. Su bicicleta, medio de transporte e instrumento de trabajo, la compró y acondicionó para transportar el mecanismo que hace girar los esmeriles con que afila los objetos cortantes. Don José ya conoce su ruta y sus clientes lo saludan amables; cobra entre diez y veinte pesos, según el cuchillo o el filo que necesite, y en un buen día ofrece sus servicios hasta veinte veces. En su familia, además de su cuñado, tiene dos sobrinos que se dedican a este oficio que tiene siglos de existir y que ha ido desapareciendo ante la implantación de una cultura de lo desechable en nuestra sociedad. FOTO: ISAAC ESQUIVEL /CUARTOSCURO.COM
MÉXICO, D.F., 03OCTUBRE2015.- José Espinoza Zamora aprendió el oficio de afilador de uno de sus cuñados y se gana la vida de sacar filo a cuchillos o tijeras desde hace treinta años. Vive en Toluca y diariamente recorre las calles de las colonias Obrera, Roma, Condesa y San Miguel Chapultepec mientras sopla en su flauta de Pan para anunciar sus servicios. Su bicicleta, medio de transporte e instrumento de trabajo, la compró y acondicionó para transportar el mecanismo que hace girar los esmeriles con que afila los objetos cortantes. Don José ya conoce su ruta y sus clientes lo saludan amables; cobra entre diez y veinte pesos, según el cuchillo o el filo que necesite, y en un buen día ofrece sus servicios hasta veinte veces. En su familia, además de su cuñado, tiene dos sobrinos que se dedican a este oficio que tiene siglos de existir y que ha ido desapareciendo ante la implantación de una cultura de lo desechable en nuestra sociedad. FOTO: ISAAC ESQUIVEL /CUARTOSCURO.COM
MÉXICO, D.F., 03OCTUBRE2015.- José Espinoza Zamora aprendió el oficio de afilador de uno de sus cuñados y se gana la vida de sacar filo a cuchillos o tijeras desde hace treinta años. Vive en Toluca y diariamente recorre las calles de las colonias Obrera, Roma, Condesa y San Miguel Chapultepec mientras sopla en su flauta de Pan para anunciar sus servicios. Su bicicleta, medio de transporte e instrumento de trabajo, la compró y acondicionó para transportar el mecanismo que hace girar los esmeriles con que afila los objetos cortantes. Don José ya conoce su ruta y sus clientes lo saludan amables; cobra entre diez y veinte pesos, según el cuchillo o el filo que necesite, y en un buen día ofrece sus servicios hasta veinte veces. En su familia, además de su cuñado, tiene dos sobrinos que se dedican a este oficio que tiene siglos de existir y que ha ido desapareciendo ante la implantación de una cultura de lo desechable en nuestra sociedad. FOTO: ISAAC ESQUIVEL /CUARTOSCURO.COM
MÉXICO, D.F., 03OCTUBRE2015.- José Espinoza Zamora aprendió el oficio de afilador de uno de sus cuñados y se gana la vida de sacar filo a cuchillos o tijeras desde hace treinta años. Vive en Toluca y diariamente recorre las calles de las colonias Obrera, Roma, Condesa y San Miguel Chapultepec mientras sopla en su flauta de Pan para anunciar sus servicios. Su bicicleta, medio de transporte e instrumento de trabajo, la compró y acondicionó para transportar el mecanismo que hace girar los esmeriles con que afila los objetos cortantes. Don José ya conoce su ruta y sus clientes lo saludan amables; cobra entre diez y veinte pesos, según el cuchillo o el filo que necesite, y en un buen día ofrece sus servicios hasta veinte veces. En su familia, además de su cuñado, tiene dos sobrinos que se dedican a este oficio que tiene siglos de existir y que ha ido desapareciendo ante la implantación de una cultura de lo desechable en nuestra sociedad. FOTO: ISAAC ESQUIVEL /CUARTOSCURO.COM
MÉXICO, D.F., 03OCTUBRE2015.- José Espinoza Zamora aprendió el oficio de afilador de uno de sus cuñados y se gana la vida de sacar filo a cuchillos o tijeras desde hace treinta años. Vive en Toluca y diariamente recorre las calles de las colonias Obrera, Roma, Condesa y San Miguel Chapultepec mientras sopla en su flauta de Pan para anunciar sus servicios. Su bicicleta, medio de transporte e instrumento de trabajo, la compró y acondicionó para transportar el mecanismo que hace girar los esmeriles con que afila los objetos cortantes. Don José ya conoce su ruta y sus clientes lo saludan amables; cobra entre diez y veinte pesos, según el cuchillo o el filo que necesite, y en un buen día ofrece sus servicios hasta veinte veces. En su familia, además de su cuñado, tiene dos sobrinos que se dedican a este oficio que tiene siglos de existir y que ha ido desapareciendo ante la implantación de una cultura de lo desechable en nuestra sociedad. FOTO: ISAAC ESQUIVEL /CUARTOSCURO.COM
MÉXICO, D.F., 03OCTUBRE2015.- José Espinoza Zamora aprendió el oficio de afilador de uno de sus cuñados y se gana la vida de sacar filo a cuchillos o tijeras desde hace treinta años. Vive en Toluca y diariamente recorre las calles de las colonias Obrera, Roma, Condesa y San Miguel Chapultepec mientras sopla en su flauta de Pan para anunciar sus servicios. Su bicicleta, medio de transporte e instrumento de trabajo, la compró y acondicionó para transportar el mecanismo que hace girar los esmeriles con que afila los objetos cortantes. Don José ya conoce su ruta y sus clientes lo saludan amables; cobra entre diez y veinte pesos, según el cuchillo o el filo que necesite, y en un buen día ofrece sus servicios hasta veinte veces. En su familia, además de su cuñado, tiene dos sobrinos que se dedican a este oficio que tiene siglos de existir y que ha ido desapareciendo ante la implantación de una cultura de lo desechable en nuestra sociedad. FOTO: ISAAC ESQUIVEL /CUARTOSCURO.COM
MÉXICO, D.F., 03OCTUBRE2015.- José Espinoza Zamora aprendió el oficio de afilador de uno de sus cuñados y se gana la vida de sacar filo a cuchillos o tijeras desde hace treinta años. Vive en Toluca y diariamente recorre las calles de las colonias Obrera, Roma, Condesa y San Miguel Chapultepec mientras sopla en su flauta de Pan para anunciar sus servicios. Su bicicleta, medio de transporte e instrumento de trabajo, la compró y acondicionó para transportar el mecanismo que hace girar los esmeriles con que afila los objetos cortantes. Don José ya conoce su ruta y sus clientes lo saludan amables; cobra entre diez y veinte pesos, según el cuchillo o el filo que necesite, y en un buen día ofrece sus servicios hasta veinte veces. En su familia, además de su cuñado, tiene dos sobrinos que se dedican a este oficio que tiene siglos de existir y que ha ido desapareciendo ante la implantación de una cultura de lo desechable en nuestra sociedad. FOTO: ISAAC ESQUIVEL /CUARTOSCURO.COM
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